En el marco del Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas, nos parece oportuno reflexionar acerca de aquellos veteranos integrantes de pueblos originarios. Porque, aunque su participación esté invisibilizada, se sabe que qom, mocovíes, wichis y mapuches, fueron parte de este hecho que marcó la historia de nuestro país.
Para poner en perspectiva el rol que tuvieron las diferentes etnias en estos hechos, desde la Facultad de Ciencias Forestales y también desde una función de construir visibilidad y memoria, conversamos con Pedro Munaretto, politólogo e investigador del Conicet que estudia la representación de los pueblos originarios en la guerra de Malvinas.
Compartimos la entrevista:
FCF: ¿Cómo fue tu proceso investigativo para reconocer o visibilizar la participación de los pueblos originarios en la guerra de Malvinas?
P.M: En principio yo trabajaba sobre Malvinas desde las ciencias políticas que es mi formación de base, sobre la agenda de identificación de cuerpos y denuncias y presuntos crímenes de lesa humanidad. Hay una causa incluso todavía hoy que están llevando adelante algunos centros de ex combatientes de Corrientes, de Chaco y también de La Plata.
A partir de las charlas con ex combatientes de La Plata y participar en sus actividades, pude ver esa agenda tan interesante de un grupo de ex combatientes desde las políticas más progresistas. Ellos tienen una agenda anticolonial por un lado pero asentada en las banderas de derechos humanos. Como sabrán el mundo malvinero es bastante variado en términos ideológicos
Me interesaba mucho ese grupo de ex combatientes que fue bastante pionero desde la temprana posguerra en llevar adelante reclamos anti coloniales por Malvinas pero sumados a ciertas cuestiones pendientes medulares que tienen que ver con la identificación de cuerpos que estaban enterrados como NN en Malvinas que originalmente eran alrededor de 123, y la cuestión de causas por supuestos crímenes de lesa humanidad durante la guerra por parte de superiores argentinos.
Es así que cuando estaba haciendo mi tesis de maestría en Paris, mi director de tesis se dio cuenta que no estaba la cuestión étnica presente hasta ese momento en mi trabajo. Lo indígena para mi era bastante anecdótico. Luego vi que no existía ese tema, era relevante sobre todo al conocer el trabajo de Juan Chico y la fundación Napalpí hacen en cuanto a acompañar sobre todo a los qom en la visibilización de sus derechos y de auto adscribirse como ex combatientes indígenas y a argentinos.
FCF: ¿Por qué te parece importante que como sociedad los reconozcamos en esta parte de la historia?
P.M: Me parece importante que como sociedad empecemos a reconocer que la nación como concepto y más llevado a la tierra, a la nación Argentina como comunidad vivida, tiene una variedad y diversidad de experiencias de vidas, de historias, de territorios, de relaciones que merecen la pena ser contadas.
Por eso el trabajo de las organizaciones militantes como Fundación Napalpí, es fundamental porque son personas que trabajan incansablemente incluso a nivel transpartidario porque la cuestión indígena está bastante invisibilizada en más de un partido político.
Por eso, la nación argentina se enriquecería si tenemos en cuenta el rol que los indígenas juegan en la sociedad actual y pasada. Claramente la guerra de Malvinas es uno de los eventos históricos a través de los cuales podemos reflexionar sobre esta cuestión. No es el único, el otro tiene que ver con la construcción en base a la sangre indígena. Todos los territorios en los cuales vivimos no eran territorios vacíos.
A partir de la reflexión acerca del genocidio indígena particularmente el realizado a fines del siglo XIX, en Pampa, Patagonia y Chaco, tiene que ver con poder poner ciertos matices a un concepto de nacion que se nos ha enseñado tan homogéno, vertical y tan pétreo.
FCF: ¿Cómo crees que este hecho impactó en sus comunidades?
P.M: La guerra en las comunidades impactó de una forma ambigua, ambivalente. Por un lado sufrieron muchos maltratos por el hecho de ser chaqueños, negros, al ser indígenas, y a la vez también luego de la guerra, mucho desconocimiento incluso reforzado.
Recordemos que los ex combatientes cuando volvieron después de la derrota, atravesaron un momento muy difícil de una sociedad que les daba la espalda y no tenían en cuenta el valor empeñado en ese conflicto. 74 días de frío, de hambre, de miedo, de darlo todo, de ver a los amigos morir, de quedarse con heridas físicas y psicológicas muy duraderas sino para siempre. El hecho de ser indígena no ayudó y no ayuda en más de una provincia, les cuesta el doble poder acceder a ciertos beneficios que los ex combatientes no indígenas sí tienen como, por ejemplo, el acceso a la vivienda social.
El impacto que tiene el ser indígena en la guerra hay que mirarlo hasta el día de hoy. En cierta forma la guerra sigue viviendo a través de los cuerpos que han sobrevivido y son heridas muy difíciles de poder procesar. En ese sentido, en una nación que se automodela como hegemónica y homogénea es difícil poder pararse desde un lugar de orgullo argentino pero con cierta diversidad, por ejemplo, siendo indígena que no es la única diversidad que molesta
En definitiva hay una creciente consciencia sobre la importancia de remarcar el valor que tiene traer historias como estas.